EL TEATRO
DORIA
Edgardo José Rocca
Uno de los teatros más antiguos del Barrio
de Balvanera, fue el teatro Doria,
el cual fue inaugurado el sábado 13 de agosto de 1887, en la calle Rivadavia 1026,
de la antigua numeración, que corresponde a la actual, al número 2330, entre
las calles Pichincha y Matheu, siendo antecesor del ya también desaparecido
Teatro Marconi.
Si bien no podríamos llamarlo teatro, ya
que lo habían apoderado “el barracón”
, poseía 10 palcos avant-scene, 29 bajos, 23 de balcón, 6 altos, 425 tertulias
de platea, 70 altas, 76 asientos de paraíso, pudiendo vender 600 entradas a
paraíso lo que completaba una capacidad apreciable de 1100 espectadores.
Su nombre que lucía orgullosamente en el
friso de la entrada, fue impuesto por su propietario, gran admirador del
Almirante genovés Andrea Doria fallecido en 1560, que también tuvo un
trasatlántico italiano con su nombre.
Este fue uno de los primeros teatros ubicados
en el radio de la periferia de aquellos tiempos, cerca de los Corrales de
Miserere sobre el camino más conocido y transitado hacia el oeste.
Casi totalmente dedicado a las compañías
de segundo y tercer orden, con lo cual también se lo comenzó a llamárselo “el Colón del Oeste”, por familias que
ocupaban los inquilinatos de las parroquias de Balvanera y San Cristóbal, al
mismo tiempo que por escenario fueron puestos para un variado público, el
sainete criollo con la recordada familia Podestá, operetas europeas, la
zarzuela española, actos de grupos circenses trapecistas y algunos números
deportivos como la denominada “Lucha
Grecorromana” y el concurso de “levantamiento
de pesas” , todos ellos muy festejados y concurridos en esos años por los
habitantes de nuestra ciudad.
Según dice Ricardo Llanes en el Recuerdos
del Teatro Doria, en el diario La
Prenda del 8 de diciembre de 1963, que: “El lugar, centro de la parroquia de Balvanera, guardaba para los italianos
y porteños una fuerte e irresistible atracción…en los primeros, porque las
obras que allí se representaban les traían tonadas, colores y modismos de los
rincones napolitanos, milaneses, sicilianos, calabreses, etc. En los de Buenos
Aires, porque el “galpón”, como algunos llamaban al Doria, se aplaudía a las
figuras de la dramática gauchesca, y porque en la misma cuadra habían nacido
dos personajes de mucho predicamento y significación en la política: Leandro N.
Alem Hipólito Yrigoyen, como alumno del
Colegio San José”.
Otro hombre concitaba el interés de los
estudiantes era un sabio a cual le compraban los útiles y recibían con provecho
alguna indicación sobre paleontología, fue su dueño Florentino Ameghino con su
librería “El Gliptodonte”, instalada
en Rivadavia 2339, frente al Teatro Doria.
A fines de 1890 los espectadores
aumentaron con la presencia de los carniceros, peones y verduleros del Mercado Ciudad de Buenos Aires de la manzana de
Pichincha Alsina, Matheu y Moreno cuyo propietario era David Spinetto, que se
agregaron a los puesteros y consignatarios del Mercado Rivadavia de Martínez y Cossio inaugurado en 1882 en la
esquina noroeste de Rivadavia y Azcuénaga.
El Teatro Doria contó con períodos de arte lírico en el que brillaron elencos
dignos, pero asimismo se vio al Circo
Anselmi que realizó una temporada en 1896. También contó con los
Campeonatos de Lucha Grecorromana y
entre otros espectáculos de diversos géneros, el de la Corrida de Toros con picador y banderilleros como
así también las reuniones de carácter político que transformaban su escenario
en tribuna. Se realizaba una competencia con el Teatro “Goldoni”, llamado antes
“Rivadavia” y finalmente en la
actualidad “Liceo” que aún se encuentra en
Rivadavia y Paraná.
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2 –
Las noches del 15, 16 y 17 de abril de
1896, sus paredes retumbaron con los cálidos aplausos y los gritos que
despertaron a los concurrentes, los notables payadores el uruguayo Juan Nava y
el inolvidable argentino Gabino Ezeiza, que se la recuerda como:
Entre las
buenas, amigo
fue la más
linda y brava.
Allí no
triunfó Gabino
más tampoco
venció Nava
La cosa
quedó en el aire
Con dos
manos apretadas.
Pablo Podestá actúa el 22 de agosto de
1896 en este escenario, con la obra “Ituzaingó”
del autor Abdón Aróztegui, y el 18 de febrero de 1900 con la producción “Justicia”, de Agustín Fontanella. Eran
los tiempos en que al teatro Doria
solían ir en verano la muchachada bien,
que en invierno concurría a los Teatro Politeama
y Odeón, los cuales alentaron a
varios artistas de tal forma que luego pasaban a otros teatros que se
encontraban en el centro porteño.
Creemos que son bastante duras las
apreciaciones de varios críticos e historiadores, pero en realidad el Teatro Doria contaba con 10 palcos avand-scene
al precio de $ 6,oo, los palcos bajos $ 5,oo; palco balcón $ 4,oo; palcos altos
$ 3,oo; tertulias de platea $ 1,50; tertulias altas $ 1,oo; asientos de paraíso
$ 0,80, entrada a paraíso $ 0,50 y entrada a palco $ 4,oo . Estos importes en
esos años no eran nada baratos.
Tomando el “Censo Municipal de Buenos Aires de 1887” , observamos en las
estadísticas complementarias de los meses de febrero a diciembre de 1887, que
en el Teatro Doria se representaron:
5 operas cómicas, 2 zarzuelas, 1 baile, 3 espectáculos acrobáticos, 45 obras
dramáticas, con un total de 56 funciones en las que actuaron 108 varones, 17
mujeres y presenciados por 41.820 espectadores.
El Doria
fue demolido en 1902 para edificarse al año siguiente, en el mismo solar,
un nuevo local al cual se lo denominó Teatro Marconi en homenaje al ilustre científico italiano Guillermo
Marconi, el cual pasó por esos años por nuestra ciudad. El Marconi
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